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La Barcelona de principios del siglo actual se había convertido en el punto de encuentro de muchos músicos de calle internacionales que veían la capital catalana como una excelente oportunidad para ganarse la vida haciendo lo que les pedía el cuerpo. Cualquier rincón del Gótico parecía ser un buen escenario y el público, cada día cambiante, estaba dispuesto a recompensarles el buen momento vivido con unas monedas o comprando su disco autoeditado. La ciudad se convirtió en la referencia de la música callejera de Europa, un espacio con muy poca regulación, escasa presión policial y gran afluencia turística. En tal contexto, aquéllos con más talento se conocieron y empezaron proyectos musicales de gran atractivo, algunos de ellos incorporando músicos locales, menos acostumbrados a pisar la calle con su instrumento pero con más estudios académicos. “En el 2004 yo estudiaba en el Conservatori Liceu y empecé a hacer calle con una banda de dixieland, Los Krokodillos, en la que todos eran extranjeros menos yo. Esta experiencia me dio resistencia, tocábamos hiciera frío o calor. Pero la calle es muy dura”, recuerda Martí Elías, batería de Bernat Font Trio y que próximamente grabará disco con el pianista canadiense afincado en Nueva York Gordon Webster. En el ámbito del blues, el ragtime, el swing y el manouche, se forjaba en esos momentos la generación ‘street jazz’ de los 2000, los integrantes de la cual se vieron gravemente afectados por los cambios en la normativa para músicos de calle de Ciutat Vella y la Ordenanza del Civismo que entró en vigor el año 2006.

Fue entonces cuando unos pocos apasionados del jazz decidieron quedarse en Cataluña e impulsar proyectos musicales autogestionados, sacando dinero de los bolos que les salían en las salas que programaban. Es el caso del serbio Iván Kovacevic, contrabajista de Mambo Jambo y Bernat Font Trio, entre otros, el ruso Mikha Violin, líder de Los Krokodillos, o el argentino Hernán Senra, más conocido como ‘Chino’, fundador de grupos como Down Home, Shine o Chino & The Big Bet. “Antes en la calle en dos horas te podías sacar 20.000 pesetas. Era la época dorada de la música callejera de Barcelona, pero eso se acabó”, lamenta Senra. A día de hoy, los horarios y espacios están regulados, incluso el número de músicos que pueden actuar en una formación. “Después de la regulación uno ya no sé puede ganar la vida tocando en la calle así que hemos buscado otras formas de salir adelante. Yo ahora estoy en cinco bandas distintas y por eso me salen más conciertos”, explica Violin.

La internacionalización de estos músicos que se forjaron en la intemperie no es una novedad, pero sí que hay que apuntar que en los dos últimos años la actividad se ha intensificado. Uno de los casos más gráficos es el de Kovacevic, que durante el 2012 ha estado trabajando en países como Colombia, Méjico o Corea del Sud. El contrabajista serbio llegó a Cataluña el año 2001 y uno de sus sueños era viajar con su instrumento y conocer nuevas culturas. “Me ha sorprendido la presencia del blues europeo y americano en Corea del Sur y en Méjico, en Colombia es más difícil de encontrar”, reflexiona Kovacevic después de un año de vuelos intercontinentales. Hablando de escenas de blues activas, la de Barcelona no tiene nada que envidiar a la mayoría de capitales europeas. Como explica Miriam Aparicio, presidenta de la Societat de Blues de Barcelona, cada noche en la capital catalana se pueden encontrar dos, tres o cuatro conciertos y jams de blues. “Ahora hay más locales pequeños que programan que hace 10 años, más músicos que tocan blues. Otra cosa es la situación laboral de éstos, que se ha estancado o empeorado, como todo”, analiza Aparicio.

Como símbolo de la consolidación de la exportación del blues y el swing nacido en las calles de Barcelona, el proyecto musical Chino & The Big Bet ha sido seleccionado para representar España en el European Blues Challenge que se celebrará el mes de marzo en Toulouse (Francia). La formación liderada por Hernán Senra, voz y guitarra, y con el argentino Rod Deville en el contrabajo y el joven batería granadino Giggs Nother (todos ellos afincados en la capital catalana desde hace años) llevará su ritmo fresco y gamberro a un escenario que se presenta como una oportunidad única para llegar a programadores y organizadores de festivales de todo el continente. “La música no es sólo tocar, no es sólo la técnica del instrumento. Se trata de ser auténtico arriba del escenario sin imitar a nadie. Eso es lo que han hecho los grandes y es lo que queremos hacer en Toulouse y cualquiera de nuestros conciertos”, subraya Senra, que organiza la jam de blues del Harlem Jazz Club barcelonés cada martes desde hace siete años. Si ganan en Toulouse, irán al International Blues Challenge que se organiza anualmente en Memphis (Estados Unidos). Precisamente esta semana están participando en el concurso de Memphis los Suitecase Brothers, dúo formado por los hermanos catalanes Víctor y Pere Puertas, representando la Societat de Blues de Barcelona. Ellos también intentaron ganarse la vida en la calle pero en 1999 les requisaron todo el equipo en Las Ramblas porque iban con amplificación y la multa aún la recuerdan. Todos estos músicos, y más, forjan una generación de la que podemos disfrutar casi cada noche en locales como el Milano, el Harlem, el Pipa Club, el Honky Tonk o la Casa Fuster. No se dejen engañar si sus nombres aun no les suenan. Les sorprenderán.

Texto y foto: Èric Lluent