Sólo un músico que ha crecido profesionalmente en la calle podría protagonizar un gesto como el que se vio anoche encima del escenario del Coliseum de Barcelona, en la Gran Vía con Rambla Catalunya. Pasaba media hora de las ocho de la tarde y la maratón de blues y boogie del Festival Internacional de Jazz de Barcelona seguía su guión. Encima del escenario The Big Bet, con Rod Deville en el contrabajo, Martí Elías en la batería y Chino al dobro y a la voz. Última canción. Y Chino se acerca al micro no para cantar sino para explicar algo que, según él, no se puede callar. Se ve que la empresa contratante había dispuesto una mesa en la que el público podía adquirir los discos –autoeditados- de las bandas que conformaban el cartel de la noche. Al llegar al teatro la empresa les informa que el 25 por ciento de las ventas se las quedará la organización. Chino decide no dejar ni un cd encima de la mesa. Después de narrar lo sucedido ante el público, abre su maleta plateada, la deja abierta en el borde del escenario y se dirige a platea: “tomen ustedes estos cd’s, esta noche se los regalo”.

Conozco a Chino desde hace más de cuatro años. Es un muy buen amigo y os podría contar mil historias de sus conciertos y los proyectos que lidera –otro día lo haré- pero la de domingo fue la mejor actuación que le he visto nunca y, curiosamente, no le hizo falta tocar ni una sola cuerda de su inseparable dobro. La canción que sonó fue la de la dignidad de aquellos músicos que demasiadas noches se ven ninguneados por amos de locales que no saben ni porque programan música y que madrugan para actualizar su web y su facebook, comen deprisa para ir a dar clase y se duermen pasadas las dos después de actuar en cualquier bar de la ciudad.

Chino abrió la maleta y la gente se abalanzó a coger los discos. No quedó ni uno y había unos cincuenta. Después, aquellos que quisieron se acercaron para dejar unas monedas o algún billete. A él, que creció tocando en las calles del centro de Barcelona, esta escena le debería llevar buenos recuerdos. Al final, aplausos entusiastas. El concierto no estuvo mal. La lección fue maravillosa.

Eric Lluent.